jueves, 18 abril, 2024

Opinión: Los periodistas estamos mucho peor que los docentes

Hoy 7 de junio se celebra el Día del Periodista en Argentina.

Habrá muchos brindis, felicitaciones, llegarán a las redacciones algunos regalos de empresas u organismos con capacidad para agasajar a la prensa y, por supuesto, muchos posteos en redes sociales de colegas renovando sus votos por este oficio.

Puro cartón pintado. Este 7 de junio de 2023 los periodistas tenemos muy poco que celebrar.

Increíblemente, aquellos que vivimos de contar, narrar y poner en el ojo público muchas injusticias, nos cuesta hacer esto mismo con lo que nos está pasando.

Es una situación que se podría sintetizar en la siguiente afirmación:

Los periodistas estamos hoy mucho peor que los docentes.

Actualmente los docentes misioneros hacen paros y protestas todo el tiempo porque ganan un sueldo en blanco, con obra social y estabilidad que asciende a 130.000 pesos mensuales.

Ojalá la mayoría de los hombres y mujeres de prensa tuvieran ese sueldo, registrado, con obra social, altamente sindicalizado y con dos o tres meses de vacaciones (porque en diciembre, enero y febrero los docentes hacen poco o nada).

Pero el verdadero sueño para cualquier periodista -de Misiones o el resto del país- sería sin dudas tener un poco de estabilidad laboral garantizada contra viento y marea.

No hay peor cosa que vivir en la incertidumbre permanente de no saber qué va a pasar con el único trabajo que uno sabe hacer.

En cambio los docentes a su trabajo lo tienen asegurado (y su ingreso a fin de mes).

Aún cuando sean parte de un sistema educativo obsoleto o se presenten a dar clase ante alumnos que ya ni se molestan en prestarles atención.

Y eso si tienen vocación y ganas, si son de los que no la tienen y son malos docentes, o piden licencia por cualquier cosa, no pasa nada. El sueldo lo cobran igual.

Cómo están los periodistas

Veamos lo que les pasa a los periodistas.

Por empezar, nadie goza de estabilidad laboral y por supuesto, nadie puede proyectarse más allá de unos pocos meses.

Hace tiempo que dejamos de soñar y ahora solo se trata de la mera supervivencia, de seguir parando la olla con un oficio que cada vez da para menos y que en muchos casos, es lo único que sabemos hacer.

Todo el tiempo la sensación es que puede ser el último año en la profesión. Si la agonía se estira, hay que agradecer, y conformarse con estar cada vez peor y sobrevivir como se pueda.

Una parte muy pequeña de periodistas misioneros cobra sueldos en blanco. La mayoría lo hace en “gris” (algo blanco y algo en negro) o directamente en negro.

Un dato: El SIPREM en febrero del año pasado volvió a tener paritarias después de cinco años.

Aunque sólo comprendió a los empleados de Canal 12, LT 17, LT 4 y el diario El Territorio que adhirieron, en su momento, a un convenio colectivo obsoleto hoy a todas luces obsoleto y una verdadera arma de doble filo.

En otros tiempos el CCT fue una gran conquista allá por el año 1975, cuando había empresas poderosas y las tiradas de los diarios se contaban en cifras de seis ceros.

Hoy el Convenio Colectivo de Trabajo (más conocido como “el Estatuto del Periodista” al menos para la prensa gráfica) apenas es un reaseguro para los que están hace muchos años en las redacciones y no son despedidos únicamente porque sale más caro que tenerlos “vegetando”.

Es que garantiza una indeminzación en caso de despido varios sueldos más abultada que alguien que se rige por la Ley de Contrato Laboral.

Por lo demás, el CCT 301/75 es un convenio testimonial, que no se cumple, que atenta contra el dinamismo del mercado laboral y la creación de más puestos, sobre todo en emprendimientos chicos.

Pero no por viejo y en desuso, deja de ser una espada de Damocles que asusta a los posibles empleadores interesados en contratar.

(Por cierto, en uno de los medios que participaron de aquella paritaria en 2022, se paga el sueldo en cuotas ya desde hace años, como una práctica institucionalizada).

El resto tiene que convivir con una inflación galopante que se devora los ya de por sí bajísimos salarios.

La semana pasada el SiPreBa (Sindicato de Prensa de Buenos Aires) que impulsó para el martes 6 de junio un “apagón informativo” viene realizando una encuesta desde hace cinco años.

El sondeo confirma lo que cualquiera sabe: el deterioro es creciente.

Más de mil trabajadores de medios gráficos, radiales y televisivos privados y autogestivos dieron cuenta de la realidad que atraviesa el gremio: El 45% de ellos percibe salarios por debajo de la línea de pobreza. Ese nivel escala hasta el 63% en prensa escrita y supera el 70% en las radios privadas.

Periodistas si voz para reclamar

Los periodistas estamos huérfanos y literalmente carecemos de alguien que se pueda sentar ante empleadores y, quizás también, ante los dadores de pauta oficial que bien podrían empezar a tener voz (y hasta voto) sobre las condiciones laborales de las empresas a las cuales apoyan.

Como hacen los bancos con las finanzas verdes o los mercados que piden exigentes certificaciones, un mecanismo para asegurarse de que las empresas u organizaciones con las que tratan no dañen el medio ambiente o tengan a sus empleados en condiciones adecuadas.

Dejamos acá asentada esa idea que bien puede ser aplicada en el futuro para bien de los hombres y las mujeres de prensa cuyo trabajo es tan necesario para gobiernos y organizaciones.

Esta desprotección, que siempre existió, se potencia en este contexto económico de altísima pérdida de poder adquisitivo del dinero.

Solamente aquellos colegas que pudieron conseguir alguna planta permanente del Estado provincial (Canal 12, Radio Provincia o algún organismo) se encuentran relativamente “a salvo”.

En Posadas hay muchos periodistas con 8 o 10 años de experiencia que ganan sueldos de 60.000 u 80.000 pesos, sin beneficios.

No pocos de ellos con estudios universitarios y un nivel cultural bastante superior al del docente medio misionero.

Lo paradójico de todo esto es que la prensa se la pasa narrando y visibilizando el sufrimiento de los demás.

Y tiene una gran capacidad para poner en el ojo público los padecimientos ajenos.

Pero con lo que nos pasa, miramos para otro lado una y otra vez. Y así damos a entender -involuntariamente- a muchas personas que nos podrían ayudar, que la prensa no tiene mayores problemas que los del resto de los trabajadores.

¿Cómo los va a tener? Si los tuviera, por supuesto que ya habría denunciado la pauperización laboral y las cada vez peores condiciones en las que se trabaja.

“Saldría en el diario, la radio y la tele”.

Es lo que pensaría yo, si no fuera periodista.

(Fuente: Martin Boerr, editor de Plan B)

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *